La Metáfora del Liderazgo (y un táper de sarcasmo)
Fecha
2022-09Autor
Bocanegra Vilcamango, Beder (Coord.)
Fernández Celis, María del Pilar
Tello Flores, Raquel Yovana
Dávila Cisneros, Juan Diego
Vela Meléndez, Lindon
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
Las percepciones sobre el liderazgo, y de todas sus propuestas conceptuales y transcendentales, se han desarrollado en la medida que el hombre ha evolucionado en función de sus necesidades. En este proceso, los denominados «líderes» y «lideresas» se han desenvuelto dentro de sus propias convicciones, y las decisiones tomadas fueron impulsos de los que no se conoce totalmente el origen. De este modo, cada quien ha
logrado un espacio en las acciones sociales con la idea de conducir un país políticamente y bajo la sombra de la corrupción. Dicen que «la polí-tica no sirve», pero un politólogo no afirmaría eso porque vive de ello, y dentro de su discurso sin ser platónico nos explica el objeto de estudio cuya simbiosis puede verse mejor desde la sociología, aunque los límites para la psicología exigen ahondar en la personalidad del líder. En su defecto, se juzga el historial del líder cuando se ha consagrado eterno
perdedor, un empedernido aspirante o que, a la sazón de la triquiñuela, pretende el poder solo por el hecho de sentirse líder, aunque esté más cerca de ser condenado que ser dueño del poder para gobernar.
Conceptualmente, se entiende que el líder conduce; lo que no se dice con precisión es que no se sabe hacia dónde conduce a sus seguidores, puesto que se le reconoce autoridad. Este concepto tan básico se ha extrapolado para diseñar modelos y comportamientos, y, con ello, una seguidilla de tipos de liderazgo. Todos estos tienen, en los negocios, el numen para desarrollar un ideario etéreo cuando el liderazgo colisiona
con atisbos mínimos de moral, ética y buen comportamiento civil. De tal manera, nos permitimos el siguiente cuestionamiento: ¿qué pasaría si para ejercer el liderazgo debieran establecerse ciertas condiciones como la ontología, etología y axiología como mecanismos reguladores? Sin embargo, la precariedad en el pensamiento y el mismo razonamiento, el «ciego lector» y «extremo subordinado», encaminan el seudolide-
razgo como bandera de ganador a expensas de subterráneos intereses, cuya mezcla puede llamarse sencillamente sincretismo político ajeno a la pureza del liderazgo.
En este sentido, y dentro de lo que para el mundo significó el rigor de «la prolongada encerrona», que en el caso peruano fue la oportunidad para que los «seudolíderes» se privilegien, nos tocó reescribir historias y ver cómo nuestra vida se caía a pedazos cuando los fallecidos por covid-19 se iban a las fosas comunes construidas de modo improvisado, cuando se acabaron las mascarillas, cuando el alcohol se vendía en botellas de bebidas gaseosas, cuando el cañazo competía con la ivermectina y en las
redes sociales los memes nos decían otra cosa, y el liderazgo atrapado entre la incertidumbre y Santa Mónica se guardaba silenciosamente.
En este escenario, el libro consta de tres capítulos. El primero aborda el tema educativo y sus avatares para resistir la virtualidad, mientras que el segundo intenta situar cómo la actuación humana no encaja en la etiqueta del liderazgo como concepto y, por tanto, asumimos que cuando se habla de liderazgo es preferible referirse al conjunto de actitudes orientadas a lograr sus propósitos personales antes que estar atentos a las necesidades de los seguidores. Este sería el concepto tan propio que refleja el
comportamiento interesado, mediocre y corrupto, con el único propósito de llegar al poder por encima de los valores. El último capítulo recrea los acontecimientos y los puyazos entre payasos de televisión cancerbera con acervos mezclados que pretendían la presidencia, así como el desenfreno y desconocimiento del escollo político como herramienta o proceso que nos permita vernos como individuos socialmente políticos.
Finalmente, esta obra cuenta con un «táper de sarcasmo», porque es parte de nuestra vida política, donde el mínimo detalle se convierte en un meme que define a muchos políticos por sus inusuales expresiones que, al final, son la demostración de su limitada cognición. El táper de sarcasmo es una idea transversal en el libro: se presentan textos publicados en Facebook en la medida que surgían los hechos y que fueron singular motivo para añadirlo a la canasta de nuestra actividad política sin liderazgo, pero sí con abundante toque de corrupción.
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